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Indignada y Complaciente

Después de esa tarde en la que la Dra. Barranco me hizo entretenerle con Max, salió nuevamente de viaje, pero esta vez decidió llevarse a sus caninos consigo, así que me quede sola en su casa, sabía que ella me observaba por las cámaras y que no podría hacer mucho para buscar esos videos, me limite solo a continuar con mis actividades de mucama.

Las noches se me hicieron eternas, dormía sola en mi recamara, extrañaba el calor de aquellos caninos que me hacían compañía, paso cerca de un mes, en el que no tenía permiso para salir de casa, todos lo víveres los traían repartidores, tenía que portarme bien, si intentaba ausentarme y salir, la Dra., me llamaba de inmediato a reprenderme, me sentía como una niña a la que su mama la tiene vigilada, fue cuando una tarde poco antes de que llegara a casa me llamo.

Me indico que ya venía en camino, pero que tendría que hacer algo diferente, ya que en la noche la visitaría un socio empresario que estaba apoyándola, al igual que a ella, su socio tenía el mismo fetiche, le gustaba el entretenimiento visual y en vivo, por lo que me tocaría dejarme ver tener relaciones sexuales, por supuesto que yo no estaba a gusto con la noticia, pero que podía hacer, tendía que obedecerla, sé que la Dra., interpretaba mi silencio y resistencia ante lo que me pedía, pero no tenía más que hacerlo.

Apenas ella llego, me dio indicaciones, me hizo saber que era importante, imperativo que por ningún motivo hablara, solo debía obedecer lo que su socio pidiera, dicho esto debía subir a su habitación de juegos y prepararme, debía usar un vestido de noche, por lo escotado no usaría brasier, el collar que llevaba en mi cuello era notorio gracias a la prenda que por cierto se ceñía y ajustaba a mi silueta, mi abdomen abultado de mamá se notaba bastante, pero sabia gracias a mi amplias caderas las miradas se desviarían a esa zona, la tela rojo cereza de algodón era suave y cómodo al contacto con mi piel, me puse unas medias con ligas color negras y sandalias de tacón rojo que hacían juego con el vestido, solté mi cabello el cual trate de esponjarlo un poco con mis manos, me pinte los labios de rojo carmesí y por ultimo me hizo colocarme un antifaz negro, que portaba una pluma en uno de los laterales.

Por un momento pensé que tendría que tener sexo con él, pero no era así, al igual que el entretenimiento que debía proporcionarle solo involucraba el que tendría que sostener relaciones sexuales con la mascota de su socio a como diera lugar, ya que era importante para que este le siguiera apoyando y mantenerlo feliz, yo estaba muy nerviosa, me sentía rebajada y sé que no iba a ser algo que disfrutará, la barrera de la intimidad no existía, estaba seca y nerviosa.

Me quede en medio de la habitación esperando, me sujete mis brazos con ambas manos, cubriendo mi pecho, y esperando de pie con miedo, en breve empezó a sonar música disco por las bocinas de la habitación, nerviosa esperaba que llegaran la Dra., su socio invitado y su mascota, me preguntaba que mascota seria, seguramente era algo raro y denigrante para mí.

Finalmente llegaron, el Socio de la Dra. Barraco, un tipo alto y gordo, calvo y de traje, el cual portaba joyería en manos y muñecas, me sentí intimada por aquel sujeto, la Dra., entro junto con él, charlaban sobre su viaje, mientras se dirigían a servirse un trago, yo como niña pequeña me quede inmóvil en medio de la habitación, cerca de la cama que había en el lugar.

–          Esta es tu mascota Alejandra? – Pregunto el tipo gordo aquel. – Ja, vaya que tienes gustos raros Alejandra… Pero sé que es perfecta para mi mascota, ja ja… Vamos a cruzarte con mi macho, ja ja

Aquel sujeto se me quedo mirándome morbosamente, recorriéndome de arriba abajo, me sentí avergonzada y violentada, inconscientemente solo agache la cabeza y me encogí de brazos.

–          Andando!… Entra ya estúpido, quiero que mires a la que perra que te vas a coger – Grito con desdén aquel tipo desagradable.

Entro a la habitación un hombre, se veía muy joven era un poco más alto que yo, bastante delgado, el cual portaba una máscara de Lobo que cubría la mayor parte de su rostro, solo su boca quedaba al descubierto y una trusa negra de licra ajustada que se ceñía a su delgado cuerpo, por lo esbelto y textura de su físico, pude deducir que era bastante joven, seguramente tendría la mitad de mi edad, se miraba cabizbajo, nervioso e inseguro.

No sabía que pensar, por un lado me sentía algo aliviada de ver que su mascota era alguien que físicamente no presentaba un riesgo, creí que sería alguna bestia que me lastimaría, pero aun con mi baja estatura seguro pesaba más que aquel muchacho, la Dra., y su socio estaban sentados y atentos, aquel desagradable sujeto le grito que era momento de coger, así que su “mascota” se acerco a mí, apenas y podía acariciarme, sentí sus manos recorrer mis brazos.

Intentaba darme besos por varias partes del cuerpo, uno de ellos fue en mi antebrazo izquierdo, donde tengo un tatuaje que me había hecho hace poco, un par de Búhos, uno grande detrás de otro pequeño, que representaban a mí como madre y a mi hijo, de igual forma note en su desnudo cuerpo que tenía un tatuaje de una cabeza de Lobo en su brazo izquierdo.

Sé que el trataba de calentarme besándome el cuerpo y de igual forma buscaba excitarse él, pero no estaba dando resultado por lo que veía, no parecía notarse su erección en su trusa ajustada, no sabía qué hacer, me sentía extraña, pero también sabía que debía cooperar o me metería en problemas así que lo primero que se me ocurrió fue acabar rápido con esto.

Por lo que con mi mano empecé a frotar el bulto frontal de su entrepierna para incitarlo a que tuviéramos sexo, pero por lo que sentí no parecía surtir efecto, aquel tipo le grito – Vamos Lobo, quítate la trusa y muéstrale tu verga a tu Caperucita – por lo que este le obedeció, pero su pene rasurado estaba flácido, yo al verlo sin bellos más me parecía un muchacho que un hombre, nuevamente con insultos aquel tipo estaba molesto, pues su mascota por los nervios no podía conseguir tener una erección, y yo podía entenderlo, ya que la presión era igual para mí.

–          Maldita sea muchacho, y así quieres que te permita mantener tu empresa?! – Gritaba furioso el socio de la Dra. – Mírate, no puedes siquiera poner tu verga dura, “lobo”?… A mí me parece que eres un puto “Lobito”… Puta Madre!, voy a dejarte en la calle estúpido, voy a quitártelo todo, eres un bueno para nada, no sirves ni como hombre, mírate, eres un perdedor! – Continuaba gritando y maldiciendo aquel tipo,

Aquel que llama Lobito, solo agacho su cabeza, yo al estar cerca de él alcance a escuchar como trataba de tragarse el llanto, por lo que entendí, el pobre muchacho de alguna forma estaba en manos de aquel gordo despreciable, y debía satisfacer el fetiche de este, al mirarlo me sentí mal, y escuchar todas aquellas despreciables cosas que le gritaba, me dio lastima y ternura mirarlo así.

Por lo que me hinque ante Lobo, con mi mano tome su flácido miembro y lo lleve a mi boca, comencé a succionarlo con delicadeza, sintiendo la suave textura del prepucio de su pene, con mi otra mano sobre sus bolas, y en breve empecé a sentir que mi trabajo cobrara fruto, su pene se iba erectando con cada succionada que le proporcionaba, fue que logre sacarle un tímido gemido, en cuanto su pene se puso algo duro, continúe con mi mano masturbándolo hasta conseguir por completo esa erección, lo había logado.

–          Eso!…, mira, ya te ayudo la gata de mi socia, vamos inútil, ahora es tu turno, lámele su concha, seguro sabe rica – Grito aquel horrible tipo, yo no quería, no me sentía lista, pero al verse erecto con mi ayuda el “Lobo”, le hizo caso y me aventó contra la cama, caí boca arriba, con fuerza me levanto las piernas.

Yo con los nervios de punta, paso por mi pensé que haría algo brusco y me lastimaría, pero no fue así, solo se agacho, acerco su cabeza a la vagina, la cual en ese momento estaba seca, fue cuando sentí su lengua empezar a frotar contra sexo, aquel individuo estaba lamiendo con intensidad toda mi vagina.

Empecé a sentir placer, mi cuerpo se empezó a relajar, ahí fue cuando mi concha se mojo, su lengua frotando mi clítoris me hacía sentir placer, gracias a su máscara que tenia descubierta la boca pude disfrutar de un placer oral, mis manos en automático se fueron a su cabeza, acariciando su cabello y con mis piernas abiertas de par en par, dejando a ese Lobito que me mamara mi vagina caliente.

Era muy pronto como para querer llegar al orgasmo, pero sabía lo que continuaría después de esa mamada que había recibido, pues aquel joven con máscara de Lobo se ergio y me miro directo a los ojos, fue cuando nuestras miradas se encontraron y por unos segundos nos quedamos mirándonos, mi pecho estaba algo agitado por el previo placer oral.

–          Eso es mi cabrón, ya estas creciendo… Ahora cógetela, quiero que te la cojas a esa perra, pinche Lobito – Grito el socio de la Dra., mientras alcance a ver que se desabrochaba el cinturón de su pantalón y sacaba un trozo gordo, era su pene el cual estimulaba con su mano para erectarlo.

Aquel joven Lobito esbelto y flacucho no dudo en abalanzarse sobre mí, llevando con su mano su virilidad erecta a las puertas de mi templo de placer, logre sentir el calor que emanaba esa rígida verga que previamente había ayudado con mi boca a poner dura, levanto mis piernas y dejo ir su dura cosa dentro de mi sin previo aviso, ya que aun con lo mojada que me había puesto por sus mamadas, no estaba del todo lista.

–          Ahh… – Gemí, no de pacer sino de dolor, pues él se había encargado de abrirme mi cavidad interior, desabotonándome con su entrada brusca

–          Sí, eso, vamos cógetela duro, quiero que la hagas gemir a la puta – Expreso aquel gordo infeliz.

Pronto todo cambio a placer, los movimientos de cadera que me daba aquel Lobito estaban gustándome, mi sexo finalmente abrazada su cálida verga que frotaba todo mi interior, sentí como se fue poniendo cada vez más dura y fue adquiriendo grosor con el vaivén que a ritmo me iba penetrando.

–          Ahh… Ahh… Mm… Ahhh – Ahora si gemía de placer, fue cuando aquel Lobito se recostó sobre mí, su cabeza a un lado de la mía, dejo caer el peso de su cuerpo sobre el mío, sentí su calidez, lo delgado que estaba, un cuerpo no musculoso pero si firme y viril, sabía que debía ser mucho más joven que yo si tenía ese cuerpo.

Nuestros jadeos y gemidos se fueron mezclando, y en un momento de arrebato sin pensarlo, acerque mi boca a la suya, el me correspondió, nuestras lenguas se tocaron, y empezaron a bailar al mismo rito que él me penetraba, nuestras salivas se hacían una, por alguna razón que yo desconocía, estaba disfrutando muchísimo a aquel joven Lobito, me sentía excitada como nunca antes con algún hombre.

–          Ahhh Ahhh… Ahhhh… Si… Si… Ahhh…

–          Ohh… Ohhh… – El solo tenía permitido jadear y emitir, no podía decir una sola palabra pues su dueño se lo había prohibido, al igual que yo, no podía hablar ni emitir otra emoción que no fuera gozo.

–          Ohh si eso es Lobito, deja que esa hembra te convierta en alguien maduro cabrón, Ja ja ja… – Reía aquel tipo mientras se masturbaba mirándonos tener sexo

La Dra. Barranco nos miraba excitada, pero trataba de mantener la compostura, pues sabía que este era más un espectáculo para su socio que para ella, a los pocos minutos, el socio de la Dra. Ordeno que cambiáramos de posición, quería que me diera de a perrito, así que me puse en cuatro y expuse mis caderas y nalgas abiertas aquel joven Lobito.

Yo impaciente quería seguir sintiéndolo dentro de mí, no sabía que me pasaba, solo deseaba que siguiera poseyéndome y cogiendo, aquel joven que hace poco estaba nervioso, me toco por la cintura y me jalo de las caderas hacia su sexo, metiéndolo con facilidad y haciéndome gozar, mi vagina apretaba con ganas y gusto su verga dura, y yo se la mojaba con mis fluidos, estaba disfrutando de todo.

–          Ahhhh… Ahhhh… Mmmm… – exclame con un gemido apretado, pues llegue al orgasmo, me di cuenta que el hecho de que nos estuvieran mirando coger me excito muchísimo y me ayudo a llegar.

Los movimientos de mete y saca que me daba aquel joven Lobo estaban siendo placenteros, escuchaba sus gemidos y jadeos de excitación, sabía que lo tenía a punto de terminar, era cuestión de un poco más.

–          Sí, eso es, ya me puse muy caliente, Ja, ja – Apenas exclamo eso aquel tipo detestable y mire por los espejos que se abalanzo sobre su mascota.

Se coloco detrás de él, con una mano lo sujeto de la boca tapándosela y con la otra me alcanzo a sujetar de las caderas, jalándome con fuerza, haciendo que yo misma empujara aquel joven esbelto contra él, no podía creerlo, pero aquel gordo clavo su verga erecta en la del otro joven, lo sodomizaba mientras aun estaba dentro de mí.

Aun que el joven Lobito trato de evitarlo, no lo consiguió, la fuerza de aquel tipo era mayor, solo escuche un gemido ahogado, y ahora los movimientos bruscos que sentía, era provocados por ese gordo cogiéndose aquel joven que lo hacían empujarse contra mí interior.

–          No opongas resistencia hijo de la chingada!, recuerda que si quieres conservar tu negocio vas a hacer lo que te ordene, así que sigue cogiéndote a esta vieja puta, solo voy ayudarte Ja, Ja – Continuaba riendo el desgraciado, mientras se lo ensartaba y de paso hacia que el joven siguiera ensartándome a mí.

No le quedo mas de otra que dejarse y seguir cogiéndome, pero al ritmo que aquel sujeto marcaba, no sabía cómo sentirme, por un lado sentía pena de ver como trataba aquel muchacho y por lo que dijo, su negocio dependía de que obedeciera aquel sujeto, y por el otro estaba disfrutando de las arremetidas de verga que me daba el muchacho.

Así seguimos los tres, por varios minutos, yo miraba por los espejos de la habitación como ese gordo nos estaba zanganeando en un ritmo brusco de vaivén, pero las fricciones del sexo de ese joven estaban haciéndome gozar, aun que él tenía que soportar las embestidas en su culo que aquel sujeto nefasto lo daba con fuerza, yo podía sentir, supongo que era peor para aquel Lobito.

–          Agggg… Aggg… – Gimió finalmente aquel muchacho, ya no pudo aguantar más, sentí como derramo su orgasmo en mi interior

–          Sí!… Agggg… Oggg – De igual forma aquel sujeto llego al orgasmo y se derramo dentro del culo del pobre muchacho. – Muy bien, eso es cabrón, sigue así, me demostraste que no quieres perder tu negocio – Exclamo aquel tipo mientras se separa del joven Lobo y se levantaba y abrochaba el pantalón – Da gracias de que no te ordeno a que me limpies la verga con la boca, Ja, ja, ja – Reía con maldad y burla el socio de la Dra.

Cuando se despego de mi aquel Lobito, pude notar en su semblante que se sentía avergonzado y humillado, agacho la cabeza y se levantaba de la cama, me sentí mal por lo ocurrido, aun que yo había disfrutado del momento, también podía imaginarme como debía sentirse aquel joven, ambos teníamos que obedecer o tendría consecuencias.

De alguna forma también me sitia avergonzada, fui apresurada al baño de mi cuarto a bañarme, al salir del baño la Dra. Barranco estaba esperándome, finalmente su socio se había retirado junto con su “mascota”, ella me dijo que no debía preocuparme de que aquel joven se hubiera venido dentro de mí, ya que su socio le dijo que era estéril, así que no tendría de que preocuparme, esperaba no ocurriera de nuevo otro evento así, pero de ser necesario tendría que cooperar como hoy.

Y no paso mucho tiempo, para que nos volviéramos a encontrar, a las pocas semanas fue igual, él con su máscara de Lobo y yo con mi antifaz negro, llegue a tener sexo con aquel joven un par de ocasiones más, por alguna razón, el me hacía llegar al orgasmo, no sé qué era, pero había algo en él que me gustaba, me atraía con fuerza, y aun que no podíamos hablar en nuestros encuentro, mi única forma de poder identificarlo sería por el tatuaje de cabeza de lobo en su brazo, pero que probabilidades habría de que lo hallara y me cruzara con él.

Pero bueno, lo mío en realidad era ser hembra de mis machos caninos, ellos me hacían llegar con más facilidad al orgasmo y múltiples veces, pero no lo hacía nada mal ese Lobito.